La definición del trastorno de déficit de atención con hiperactividad se ha actualizado en la quinta edición del manual estadístico y diagnóstico de enfermedades mentales, también llamado DSM-5, para caracterizar de forma más específica en la manera en que afecta a los adultos. En esta revisión del manual se basa en cerca de dos décadas de investigación científica mostrando este trastorno, que, si bien comienza en la infancia, puede continuar a través de la vida en algunas personas.
En previas ediciones del DSM no se habían provisto lineamientos apropiados a los clínicos para el diagnóstico en adultos con esta condición. Al adaptar los criterios para adultos, en el DSM-5 se ayuda a asegurar que se pueden continuar los cuidados necesarios desde la infancia y a través de la vida si lo requiere.
El déficit de atención con hiperactividad se caracteriza por un patrón de comportamientos presente en varios ambientes, por ejemplo, la familia, escuela y el trabajo, y que afectan los vínculos sociales, educacionales y/o laborales. Como en el DSM-IV, los síntomas se encuentran divididos en dos categorías: en inatención y luego en hiperactividad e impulsividad, que incluyen comportamientos como la incapacidad para poner atención a los detalles, dificultad para organizar tareas y actividades, el habla excesiva, o la incapacidad para mantenerse quieto en situaciones apropiadas.
Los niños deben de tener al menos seis síntomas de cada uno de los criterios del grupo de inatención, así como de hiperactividad e impulsividad, mientras que en adolescentes y adultos deben estar presentes al menos cinco. Los criterios no cambiaron en el DSM-5 pero se han incluido ejemplos para ilustrar los tipos de comportamiento en niños, adolescentes y adultos que podrían mostrar con esta alteración. Las descripciones ayudarán a los clínicos para hacer una identificación más específica de los síntomas en cada etapa de vida de los pacientes.
Con lo anterior, varios individuos con síntomas de déficit de atención con hiperactividad podrían presentarlos posterior a los 12 años, comparado con los siete se establecían en el DSM-IV. Este cambio se basa en investigaciones que desde 1994 fueron encontrando que no había diferencias clínicas entre los niños identificados a los siete años de edad o mayores en términos de curso, severidad, prevalencia o mejora. El diagnóstico de déficit de atención con hiperactividad en ediciones previas de DSM, habían sido escritas para ayudar a los clínicos a identificar el trastorno en niños, pero con cerca de dos décadas de investigación se concluye que un número significativo de individuos diagnosticados con déficit de atención con hiperactividad continúan mostrando el trastorno en la etapa adulta.
La evidencia de esto proviene de estudios en los cuales los individuos tuvieron un seguimiento por varios años o décadas después de su diagnóstico en infancia. Los resultados muestran que el déficit de atención con hiperactividad no afecta a una edad específica. Los estudios también muestran que los criterios del DSM-IV trabajaron bien para describir adultos, así como niños, pero con una menor intensidad de los síntomas (cinco en vez de seis) suficientes para otorgar el diagnóstico. A la luz de los hallazgos de investigación, el DSM-5 hace un esfuerzo particular para incluir la afectación en adultos con déficit de atención con hiperactividad quiere asegurarse de que puedan obtener la intervención que requiere.
En resumen, las actualizaciones del DSM-5 sobre el trastorno de déficit de atención con hiperactividad (TDAH) reflejan un avance significativo en la comprensión y diagnóstico de esta condición a lo largo de la vida. Al reconocer que el TDAH no se limita a la infancia y puede persistir en la adultez, el DSM-5 proporciona a los profesionales de la salud criterios diagnósticos más precisos y adaptados a cada etapa del desarrollo. Estas modificaciones se basan en décadas de investigación que demuestran la continuidad de los síntomas del TDAH y la necesidad de intervenciones terapéuticas a largo plazo. Con estas nuevas herramientas, los clínicos pueden ofrecer un diagnóstico más certero y un tratamiento más eficaz a personas con TDAH, mejorando así su calidad de vida y su funcionamiento en diversos ámbitos.